26.1.15

Regina Silveira

por Mariano Akerman



Oriunda de Porto Alegre y habiendo estudiado en el Instituto de Cultura Hispánica en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid en 1967, Regina Silveira es una importante artista emergente del hemisferio sur.

Silveira es conocida por la producción de un tipo arte que cuestiona las convenciones de la representación y que involucra comentarios a través del uso de la paradoja visual.

En To Be Continued...(Latin American Puzzle) considera hechos, lugares y peculiaridades de Latino-América.


Regina Silveira, To Be Continued...(Latin American Puzzle), recortes fotografiados e impresos sobre vinil montado sobre mousse, 1997. Cada pieza: 48.5 X 39.5 cm.

El trabajo de Silveira fue presentado en el Centro Cultural Recoleta (Buenos Aires, Arte de Las Américas: El Ojo del Milenio, 1999; referencia) y en la 8ª Bienal del Mercosur (Puerto Alegre, 2011).

Se trata de un gran rompecabezas que tiene como referente a la realidad latinoamericana. Acerca del mismo hace algún tiempo se escribió: "La obra To be continued (Latin American Puzzle) de la brasileña Regina Silveira llama mucho la atención porque representa al continente en un rompecabezas que, lejísimos de construir una imagen bonita, construye la imagen del caos a base de eventos y personajes muy propios de cada país; y cada pieza, de cada imagen, de cada país es fundamental para unir a las demás piezas de un rompecabezas infinito que crece y crea nuestro continente" (La cultura de América Latina en una muestra en París, 3.4.2014).

Personalmente, tengo mis serias dudas de que cada una de las piezas de To Be Continued...(Latin American Puzzle) sea realmente fundamental e irreemplazables. No dudo que algunas posiblemente posean considerable importancia, pero, como veremos más adelante, no todas las piezas creadas por Silveira son de hecho imprescindibles para que ella articule su comentario visualmente.

La naturaleza propia del trabajo y el hecho que el mismo se titule "To Be Continued" (A ser continuado) dan entender que el rompecabezas latinoamericano se encuentra en construcción, que su armado aún no concluyó. Ello es perfectamente aplicable al estado actual de unión entre los latinoamericanos.

Formado por numerosas piezas que interactuan estando ya posicionadas en el orden apropiado, todo rompecabezas suele formar una todalidad unificada y consonate. No es ese el caso configurado por Silveira, donde si cada parte del rompecabezas se encuentra forma parte del todo articulado, pero sin que su contenido llegue a interactuar con las demás partes que forman el todo o de modo tal de generar una imagen de conjunto funcional y significativamente unificada.

El Rompecabezas latinoamericano presenta no uno sino múltiples aspectos, que son además políticos, socio-económicos, culturales y religiosos: monocromos ellos todos.

Cada una de las piezas del rompecabezas exhibe una figura icónica o imagen característica de alguno de los mencionados aspectos latinoamericanos. Las piezas indudablemente son todas representativas de la geografía, historia y cultura latinoamericanas.

Si bien configurda como una pieza a ser empleada en un rompecabezas, cada una de las imágenes elegidas por Silveira constituye de por sí una unidad autocontenida y autosuficiente, de modo tal que su unión con cualquier otra pieza del rompecabezas no puede sino ser meramente formal, dado que las piezas en cuestión son a veces compatibles en términos de forma, mas no logran generar ningún todo significativamente coherente (una vez que el rompecabezas se articula).

La relación entre las piezas es por consiguiente algo superficial: se unen, sí; pero sólo por su formato y temática general. Al considerarse la unión de todas las piezas que forman el Rompecabezas latinoamericano, dicha unión resulta ser débil y arbitraria. Porque cada pieza, por así decirlo, habla su propia lengua. Una lengua por pieza y sólo una. La resultante puede ser comparable con lo generado por los altaneros constructores de la Torre de Babel, cuyas lenguas Dios intencionalmente cambió con el fin de crear una enorme confusión entre ellos. En efecto, la Biblia explica que el fruto de su competitivo trabajo no fue otro que un orden caótico: algo que nunca llegó a estar ni siquiera cerca del Creador.

Similar es lo configurado por Silveira, quien a través de su obra insinúa claramente que, en el contexto latinoamericano, cada uno habla su propia lengua, o sea, puja por que aquello que le es propio sea escuchado e incluso prevalezca. Pero eso no significa que las otras partes comprendan el mensaje emitido por cualquiera de sus vecinas. Es ello lo que da lugar a dos inquietantes cuestiones: por un lado, y considerando el mismísimo título de la obra, el Rompecabezas latinoamericano no está aún acabado; por el otro, todo aquello que hasta ahora sí ha sido realizado resulta ser problemático y ello se da a partir del hecho de que las piezas no logran trabajar en conjuntamente para formar un todo coherente, sino que, dada su propia naturaleza (que es autocontenida y autosuficiente), sólo pueden llegar a hacerlo de un modo siempre cuestionable y poco satisfactorio.

Alguna vez Silveira ha dicho que su Rompecabezas involucra imágenes estereotipadas de Latinoamérica y, debido a ello, la obra trataría el punto de vista de un extranjero. Si bien el trabajo de Silveira se titula "A ser continuado...", no queda claro qué es lo que debería continuarse: ¿los preconceptos del gringo o la educación del mismo?

El montaje de Rompecabezas, como su autora oportunamente ha explicado, conduce inevitablemente a "narrativas abiertas y caóticas que mezclan diferentes geografías, épocas y culturas". Se trata entonces de "una obra (diría casi turística) que revela la precaria mirada del 'otro' extranjero, que apenas conoce, cuando mucho, estereotipos de nuestra cultura y 'paisajes'" (Silveira, citada por José Roca, en Guía de la 8ª Bienal Mercosur, "Geopoéticas", p. 62: "Regina Silveira"; versión online del ejemplar español, slide 32; versión portuguesa online, p. 62; 8 Bienal do Mercosul: Ensaios de geopoética, 2011, p. 248).

Dado que la obra de Silveira es multivalente, existen varias lecturas posibles. El Rompecabezas latinoamericano podría reflejar no pocos clichés que los latinoamericanos mismos identifican como propios.

La composición de Silveira no es siempre presentada del mismo modo, sino que la posición de las diferentes piezas varía en cada exhibición (es decir, el "rompecabezas ... nunca es armado de la misma manera. Cada nuevo montaje ... dará lugar a una nueva lectura de la historia"; Nathalie Kantt, Un paseo latino en París, La Nación, 24.1.2014). El conjunto presentado por Silveira es algo así como un registro enciclopédico bastante aleatorio. Mas es la artista quien ha escogido la imagen que lleva cada pieza y quien además articula, desarticula y rearticula el Rompecabezas una y otra vez.

A veces emplea 130 piezas, otras sólo 110.

Es decir, más allá de todo azar, la intervención de Silveira, y no aquella de ningún gringo, resulta crucial en las variadas configuraciones que el Rompecabezas latinoamericano pueda llegar a presentar. La selección de imágenes y su disposición en el todo articulado constituyen por lo tanto un asunto personal.

Según Silveira, la integración latinoamericana actual es estar juntos pero sin llegar a establecer ningún compromiso sustancial. El Rompecabezas latinoamericano es deliberadamente anti-gestálico: aquí el todo no es más que la suma de las partes. De hecho es menos. Y, en definitiva, acaso poco importe el contenido de cada pieza, ya que existen piezas literalmente negras que pueden verse articulando el rompecabezas pero sin otorgarle contenido ninguno al mismo. Son áreas que fueron censuradas o acaso hayan "desaparecido".

Sea como fuere, todas las partes que forman el Rompecabezas latinoamericano se hallan en condición de agregado. Debido a ello, en el trabajo en cuestión el todo integrado no es más que algo aparente. Conciente de ello o no, Silveira expresa que la integración latinoamericana es meramente epidérmica y que lo poco que sí ya ha sido construido, a pesar de presentar proporciones considerables, posee a su vez una cohesión no mayor que aquella de la bíblica Torre del Desencuentro, en Babel.

Dado que el título de la obra es originalmente expresado en lengua anglosajona, posible es suponer que, como sugiere Silveira, algún gringo, siguiendo sus propios preconceptos ante la realidad latinoamericana, haya sido el responsable de tamaña articulación. Mas es la brasilera autora de este trabajo quien concibió ella misma cada una de las piezas del Rompecabezas latinoamericano como autocontenida y autosuficiente, un extranjero no. Expresar algo en inglés, por otra parte, no implica automáticmente que quien se expresa o se haya expresado deba necesariamente ser anglosajón: existen latinoamericanos que comprenden dicha lengua e incluso pueden expresarse recurriendo a ella.

Más que una manifestación prejuiciosa de un extranjero acerca de Latinoamérica, diríase que el Rompecabezas latinoamericano es antetodo la autoexpresión de Silveira, quien lúdicamente articula, desarticula y rearticula el asunto latinoamericano, intentando una y otra vez algunas de sus combinaciones posibles en un trabajo original y que tiende a constituir una importante nube asociativa.




Silveira intervém sobre fotografias com recortes, diagramações e reticulações. A apropriação de imagens fotográficas é um procedimento constante em sua obra e que lhe acrescenta uma dimensão semântica. Realiza fotomontagens impressas em off-set e concebidas como simulacros de cartões-postais turísticos.
A poética de Silveira parece duvidar dos códigos de representação preestabelecidos e cristalizados. Uma referência importante para seu trabalho é a obra de Meret Oppenheim, que lhe permite, de forma irônica, reinventar esses códigos a fim de retirar deles novas possibilidades de significação.


Regina Silveira, In Absentia (Meret Oppenheim), 1993


Meret Oppenheim, Object (Breakfast in Fur), 1936


Regina Silveira, To Be Continued...(Latin American Puzzle), 1997. Detalhe. Cada peça: 48.5 X 39.5 cm.

O trabalho de Regina Silveira para a Bienal do Mercosul é um imenso quebra-cabeça de 130 peças, cujo encaixe das peças não gera uma figura única, mas uma grande colagem de imagens do imaginário latino-americano. Apesar de se encaixarem perfeitamente, nunca conseguem armar uma imagem global correta ou completa. Cada peça exibe uma imagem com a fotografia de um ícone ou referência gráfica do continente. A composição é heterogênea e tem também imagens estereotípicas de América Latina: Che Guevara, os monumentos eqüestres dos precursores da Independência, Carlos Gardel, a Virgem de Guadalupe, os mariachis, as igrejas coloniais, as guerrilhas revolucionárias, as culturas indígenas pré-colombinas, os animais andinos, as frutas tropicais, Carmem Miranda, os militarismos... Trabalhando na obra a questão da linguagem e do significante, Silveira leva sua composição visual, em sua totalidade, transgredir os padrões normais de um quebra-cabeças. Dessa forma agrega novas referências às imagens. To be continued... (Latin American Puzzle) [Quebra-cabeça latino-americano, para ser continuado] é uma obra que consegue mostrar como a diversidade cultural latino-americana, apesar de uma grande multiplicidade de referências, consegue unir as peças e formar um conjunto, mas sem criar uma autêntica unidade: as narrativas de diferentes épocas casam-se aleatoriamente. A obra pode revelar o olhar precário de quem conhece apenas estereótipos da nossa cultura e paisagens. Cada pessoa pode fazer suas próprias e novas associações e leitura.

To be continued... (Latin American Puzzle), 1997

"A montagem do quebra-cabeça compõe inevitavelmente narrativas abertas e caóticas que misturam diferentes geografías, épocas e culturas. Uma obra (quase diría 'turística') que revela o olhar precário do 'outro' estrangeiro, que conhece apenas, quando muito, estereótipos de nossa cultura e 'paisagens'" (Regina Silveira, 8 Bienal do Mercosul: Ensaios de geopoética, 2011, p. 248).



























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