4.4.10

Wim entre los Chanchos


Rex es un cerdo tatuado y embalsamado, una "obra" de Wim Delvoye recientemente reproducida en la tapa de una publicación dedicada a este inesperado "artista conceptual."[1] Es desde 1990 que el sujeto en cuestión se dedica a tatuar porcinos. En su quehacer marca indeleblemente la carne de puercos con imágenes de Jesús (Rex, 2006) o María (Linda, 2006), cuando no con la Blancanieves o la Sirenita de Walt Disney.[2] Wim Delvoye es belga. En su país habitan no pocos católicos. Uno se pregunta qué dicen ellos acerca del quehacer de Wim, quien, aunque vegetariano, no por ello es incapaz de generar con un solo trabajo considerable dolor y por partida doble. En efecto, penoso es percibir la crueldad de la que habla la carne de los cerdos a los que este sujeto llenó de tatuajes,[3] mientras que triste y problemático es además su uso de la imaginería cristiana, ya que en la carne de un puerco Wim Delvoye ha incorporado nada más ni nada menos que una imagen del Sagrado Corazón. ¿Es lo de Delvoye arte o provocación? Se supone que se trata de ambos. Sólo que el elemento provocativo es el que prevalece en su caso y hasta el punto de haber eclipsado al supuesto componente "artístico." Susceptible de ser considerado como sadismo y/o sacrilegio, lo de Delvoye es por sobre todo manipulación. Una especie de traje invisible con el que los sastres embusteros consiguen estafar al emperador en el conocido cuento infantil de Andersen.[4] Llamar ARTE a lo que Wim hace entre los chanchos sería exagerar los tantos, perder el eje e incurrir en el campo de una especulación tan inapropiada como presuntuosa. Incluso en términos de diseño los tatuajes de Delvoye son mediocres y vulgares. Carecen de la menor inventiva. Tampoco la transposición llevada a cabo por este individuo es prueba ninguna de particular habilidad o singular maestría en el arte de tatuar. El simple el hecho de haber sido ejecutados en carne porcina en vez de humana no es excusa suficiente para que cualquiera de los tatuajes de Delvoye se transforme automáticamente en ARTE. Y, a decir verdad, los pobres bichos indeleblemente marcados por él son hoy, debido a su intervención, lo suficientemente desagradables como para ser considerados hoy entre los más notables exponentes del feísmo visual.
Dada su naturaleza imitativa y ordinaria, lo hecho por Delvoye es reminiscente del sentimentalismo artístico propio del objeto kitsch, el que a través de la artificialidad aspira dejar a todo el mundo con la boca abierta.[4] Posterior a Marcel Duchamp y contemporáneo de Jeff Koons, Kim Delvoye indudablemente es también un provocador. Mas su obra acaso carezca del cinismo del primero y de la sutileza del segundo. Con todo, cierto distanciamiento y una gran predilección por asuntos de lo más prosaicos bien podría congregarlos a los tres.[5]


Jeff Koons, El advenimiento de la banalidad, madera policromada, 1988

El lado "conceptual" del asunto. Con Rex, Delvoye postula varias ideas a la vez. Su obra constituiría un cuestionamiento en términos retóricos. En otras palabras, Rex implicaría una serie de interrogantes importantes para los tiempos que corren. Pero el procedimiento de Wim Delvoye es polémico. Puede ser condenable o no, mas cierto también es el que a partir de la representación del Sagrado Corazón en la carne de cerdo Delvoye acorrala al espectador ante un dilema. Para la iconografía cristiana el cerdo encarna lo terreno y lo bajo, simbolizando este animal además la glotonería y el egoísmo. Al tatuar la imagen de Jesús en la carne del cuadrúpedo, Delvoye contrapone conceptos y simultáneamente sugiere pares conceptuales tales como arriba-abajo, celestial-terreno, superior-inferior, puro-impuro, espíritu-carne, inmaterial-material, moderación-exceso, altruismo-egoísmo, creación-consumo. Ya sea Delvoye totalmente consciente de lo que sucede con Rex o no, su radical proceder y las ideas que del mismo emanan conllevan un serio interrogante: ¿qué valor real tiene cada una de esas nociones hoy?

En el caso de Rex, se supone que el fin justificaría los medios.[6] Claro que cuesta creerlo. Y con todo es través de esta brutal yuxtaposición de términos que Delvoye logra engendrar en el espectador desagrado y reflexión, el que reconsidere el lugar que ocupan los mencionados conceptos en el mundo y en su mundo.
La Biblia enuncia la existencia de una semejanza entre Dios y el hombre, que fue hecho a imagen del Creador (Génesis 1:26-27).[7] No obstante, con su proceder, Wim Delvoye parece haberlos redefinido a ambos. Rotunda antítesis de la Creación de Adán (Miguel Ángel), Rex proclama a los cuatro vientos la terriblemente negativa visión de Delvoye, según la cual cochino es el hombre y no más que ornamento estampado su Creador.

Creencias y ateísmos podrán haber muchos, pero, estratégicamente hablando, Wim Delvoye carece del tacto en método y la de diseñada sugestividad de, digamos, un Francis Bacon.


Sobre gustos no hay disputas: ya desde su tierna infancia, Wim se expresa siempre directamente y sin titubeos.

Es más, la Historia del Arte comprende trabajos del calibre de un Desayuno en Piel de Méret Oppenheim (Objeto, 1936), obra surreal y admirablemente sugestiva. Oppenheim está por encima de lo real; Delvoye por debajo. Desayuno en Piel estimula la asociación libre en quien la percibe; Rex no verdaderamente. Oppenheim tiende a abrir las válvulas del sentir humano; Delvoye las cierra. Objeto involucra lo sensualmente enigmático; Rex conlleva lo desagradablemente explícito. La obra de Oppenheim plantea interrogantes de valor universal; Delvoye se queda en el regionalismo. Desayuno en Piel conlleva humor y picardía; Rex carece de poesía. Ambos trabajos involucran la contradicción, pero la de Oppenheim es sutil y adaptada, mientras que la de Delvoye groseramente yuxtapuesta. Sugiriendo lo monstruoso, Oppenheim accede a lo Grotesco; al vomitárnoslo, Delvoye cae en el Feísmo.


Méret Oppenheim, Desayuno en Piel u Objeto, 1936. MoMA, Nueva York

Inaceptable desde el vamos para el hebreo y el islamita, Rex encarna por sobre todo un verdadero insulto para el cristiano. Delvoye no titubea en inyectar el Sagrado Corazón a la carne de un chancho y engendra así un insoportable cambalache: no ya la Biblia junto al calefón, sino Jesús en carne de chancho. Eso es el Rex de Wim Delvoye. Y en este contexto corresponde recordar que desde las postrimerías del medioevo y hasta bien entrada la Ilustración las sociedades occidentales condujeron a blasfemos y sacrílegos una y otra vez a la hoguera, y continuaron haciéndolo sistemáticamente, siglo tras siglo, y durante muchos siglos... Pero en nuestro tiempo las cosas evidentemente cambiaron, y a diferencia del ayer, Delvoye hoy exhibe sus chanchos tatuados a voluntad, los vende por doquier, a precios suculentos, y además cuenta con el beneplácito y la aprobación prácticamente unánime de los críticos, ante todo y por sobre todo, occidentales.

Tatuando chanchos en la actualidad o no, el hecho es que Wim Delvoye vive hoy en un palacio, Corroy-le-Château (Gembloux, Namur), al que que no titubeó en adquirir en 2008 por la muy modesta suma de tres millones de euros.[8] Para ese entonces, recordar conviene, el sujeto en cuestión había ya consumado muchos de sus tatuajes entre los chanchos, tatuajes entre los que sintomáticos de lo aquí expuesto son la Crucifixión del Ratón Mickey y el Pato Donald Crucificado.

Wim Delvoye, Pato Donald Crucificado (Donald Duck Crucified), 2007. Piel de chancho tatuada, 58 x 50 cm. Sperone Westwater, New York

Notas y referencias
1. "Wim Delvoye (Wervik, 1965) es un artista conceptual belga conocido por una serie de proyectos muy poco convencionales" (Wikipedia, 4.4.2010).
2. En lo que concierne a las personas, los tatuajes son realizados a partir de la rotura de la epidermis con un objeto punzante, una aguja con tinta en su punta. Si han roto la piel (específicamente la epidermis o primera capa de piel del cuerpo humano) los tatuajes se vuelven dibujos indisolubles en todo cuerpo tatuado. A menos que sea realizado en henna, el tatuaje es un asunto permanente y por el momento no existen métodos completamente satisfactorios para eliminarlos (Mundotatuajes).



3. Entiéndase por tatuaje la inserción de pigmentos en la carne del animal. Para un debate acerca del tatuaje sus estilos y escuelas y otras particulares, ver Mundotatuajes. Los tatuajes de corte tradicional incluyen los tribales polinesios, bárbaros eurosiáticos y japoneses (irezumi). Famosos son los trenzados vikingos, celtas y anglosajones; el desarrollo del irezumi suele por su parte implicar el tatuado de grandes porciones del cuerpo o incluso de su totalidad (características del irezumi). Para un mayor debate, consultar El Cuerpo. Entre los tatuajes modernos hoy se suele distinguir a los de la "vieja escuela" (Old School) de aquellos de la "nueva escuela" (New School). Los tatuajes de la vieja escuela suelen ser bastante simples y delineados en un tinte negroazulado (si bien en ciertas ocasiones incluyen los colores básicos de impresión: amarillo limón, magenta y cián); por lo general son además geométricos y de corte plano (recuerdan a los personajes de los primeros cómics). En los tatuajes de la nueva escuela los contornos tienden a desdibujarse y la variedad de matices es mayor, se emplean sombras y degradados, que crean la ilusión de profundidad (y son por ello a menudo asociados con el grafitti urbano). El tatuaje es un signo distintivo. En el pasado fue símbolo de hombría, coraje viríl ostentado por héroes y guerreros tribales. Luego el tatuaje se volvió un distintivo del mundo marginal (varones de clase baja, grupos antisociales, extremistas, trangresores, etc.). En Crímen y Ornamento (Ornament und Verbrechen, 1907), Adolf Loos describió al hombre moderno que practica el tatuaje lisa y llanamente como "un degenerado." Los nazis recurrieron al uso del tatuaje para numerar a los prisioneros que encerraban en sus campos de exterminio. A diferencia de lo que significan esos tatuajes para los sobrevivientes de esos campos infames, el tatuaje se ha vuelto hoy un asunto banal al que se percibe como una peculiaridad, capricho personal o excentricidad del sujeto que lo lleva en su piel. Es decir, algo que puede o no llamar la atención pero que no por eso deja de ser de importancia relativa. En efecto, ostentoso o no, el tatuaje actual es puro ornamento, algo subjetivo y sin demasiada trascendencia.



4. Para un debate, ver sentimentalismo artístico, sección "La manzanita nunca cae lejos del arbolito."
5. Hans Christian Andersen, El nuevo traje del emperador, Copenhague, 1837.
6. Cosa que resulta cuestionable en lo que respecta a los muchos otros tantos cerdos que Delvoye no dudó en cubrir con tatuajes. Ejemplo de ello es Arielle (2006). Considérense las fotos tomadas en la Art Farm en Yang Zhen, Beijing, en 2005.
7. Por lo general, sin pensar demasiado, se suele asociar al texto bíblico con la admirable imagen pintada por Miguel Ángel en el cielorraso de la Capilla Sixtina a principios del siglo XVI.


Miguel Ángel, La Creación de Adán, fresco, 1511-12. Cielorraso de la Capilla Sixtina, Roma

8. "Belgian artist buys Castle for EUR 3.3m," Expatica, Bélgica, 24.9.2008: "Wim Delvoye puts an end to 900 years of occupation by the family of Marquis Olivier de Trazegnies with his new acquisition of the Corroy-le-Château." Véanse también el sitio del palacio y Kevin Brass, "The Raising the Roof, After 800 Years, Family Dispute leads to Auction of Belgium Castle," The New York Times, 18.9.2008

Documentos y citas acerca de Wim Delvoye y su obra:
• Isabelle Le Normand y Maud Benayoun, Wim Delvoye, The Wrong Man in the Right Place, Beau livre, 2006. Considéré comme l'un des artistes les plus importants de sa génération, Wim Delvoye produit depuis 1980 une œuvre déroutante et protéiforme, hybridant avec jubilation et humour l'histoire de l'art et la culture populaire. En associant des contraires, des éléments ou des systèmes de référence opposés, les œuvres de Wim Delvoye provoquent immédiatement un choc visuel [...]. [... Il] pratique un art profane et post-dadaïste. Toute une partie de son œuvre est axée autour de l'interrogation du corps [... et la rélation pur-impur ou organique-mécanique]. [...] Le cochon est [...] un élément récurrent de l'œuvre de Delvoye. De ses peaux de cochons tatoués d'effigies de Mickey Mouse crucifiés ou de Vierges Marie à ses Marble Floor, marbres de Carrare réalisés en charcuterie, Wim Delvoye met à l'honneur un animal considéré parfois comme impur ou vulgaire. C'est aussi le jambon brodé d'une main de Fatima ou l'actuelle série de cochons élevés en Chine (Art Farm), et dont l'un des éléments vedettes est une truie se prénommant Louise et entièrement tatouée de logos Louis Vuitton. La question du bon et du mauvais goût parcourt son œuvre avec humour. Wim Delvoye détourne les codes et perturbe ainsi notre vision. Son oeuvre brouille ainsi savamment les pistes. Selon ses propres mots, il est "The wrong man in the right place."
• Jean-Pierre Criqui, Wim Delvoye, Ides et Calendes, 2009. Wim Delvoye, apparu sur la Terre en 1965, est le plus connu des artistes belges de notre XXIe siècle naissant. Héritier de Warhol mais aussi de Bruegel et de Disney, il a construit depuis le milieu des années 1980 une entreprise artistique dans tous les sens de cette expression véritablement sans équivalent, où une invention protéiforme et ironique se mêle à une enfance perpétuellement retrouvée. En 2000, Wim Delvoye lance dans le monde une machine infernale : Cloaca, automate excréteur décliné depuis lors en une large gamme de modèles, gigantesques ou portatifs. Le nom propre de l'artiste vaut ici à la manière d'une marque commerciale, qui sans cesse diversifie sa production et propose en même temps cochons tatoués (vivants ou non), camions en bois ou en acier finement ciselés, vitraux, radiographies, t-shirts, projets d'architecture. Liste potentiellement sans fin qui dénote une ambition majeure ainsi qu'un développement à venir toujours plus surprenant.
• Gilbert Perlein y Rébecca François, Wim Delvoye, Skira, Flammarion, 2010. L’œuvre surprenante de Wim Delvoye. La Belgique s’est toujours tenue à la fois en marge et au centre de la scène artistique internationale. En marge, par son originalité et son inventivité débridée ; au centre par sa force novatrice et avant-gardiste. Nombre de ses artistes sont à la fois emblématiques et atypiques : Jérôme Bosch, Pieter Bruegel, James Ensor, Félicien Rops, René Magritte, Jacques Lizène, Marcel Broodthaers pour ne citer qu’eux.
A l’heure de la mondialisation, Delvoye revendique ses origines, véritables sources d’inspiration dans son travail. On retrouve chez lui ce goût pour le détournement et le renversement des valeurs, cher aux artistes flamands. A travers cette question de l’identité territoriale, Wim Delvoye aborde des sujets englobant l’ensemble de notre société consumériste.
Intitulée Dessins & Maquettes, l’exposition regroupe trois thématiques intrinsèquement liées dont les œuvres, à quelques exceptions près, proviennent de l’atelier de l’artiste situé à Gand. Les cochons tatoués, les maquettes gothiques et les torsions elliptiques du Christ en croix restituent le cheminement de l’artiste. Chaque série porte en germe le travail ultérieur sans qu’aucune d’elles ne soit achevée. Se répondant les unes aux autres, toutes confrontent l’art, la religion, les symboles socioculturels et l'industrie capitaliste de manière insolite. Avec les dessins préparatoires exécutés aux crayons de couleur, les objets finis ou en devenir décrivent le début et la fin du processus artistique de l’origine du projet à sa réalisation. Ensemble, ils font de son travail une œuvre en constante gestation.
[...] L'œuvre toute entière de Wim Delvoye est imprégnée de culture catholique. Cette thématique traverse l'ensemble de son travail. Elle en est la source et la cible. Wim Delvoye met en scène nos tabous et les interdits religieux ; non pour choquer mais pour révéler leurs paradoxes. Il ne faudrait pas voir dans le travail provocateur de Wim Delvoye un acte ironique de profanation, pas plus qu'une restauration du spirituel, mais bien une volonté de saisir les contradictions de notre société. Elle en reprend le langage, la confronte au poids effectif des traditions, fait apparaître des survivances. Delvoye intensifie les marques socioculturelles de manière à susciter en nous des réactions. Porcs tatoués, engins de chantier ou nautiles élevés au rang d'édifices gothiques, cathédrales métalliques à l'imagerie subversive, crucifix torsadés interrogent notre rapport au corps et aux symboles. Par ces détournements, Wim Delvoye renverse l'ordre établi, délocalise les valeurs de notre société de manière grivoise et décomplexé. Bien loin d'une vision pessimiste, Wim Delvoye rejoue les postures de notre société, révèle ses inepties.
L'artiste met en place un véritable processus de germination. Il fait cohabiter des images antagonistes fortement connotées jusqu'à ce qu'elles fusionnent et donnent naissance à une ouvre d'art syncrétique. L'artiste assimile des valeurs contradictoires issues de sa Flandre natale et des pays qu'il côtoie. La magie opère quand le sacré se mêle au profane, le spirituel au matériel, le culturel au naturel jusqu'à ne former plus qu'un. Ces germinations forment un nouveau symbole autonome, une nouvelle entité dont les influences s'entremêlent jusqu'à devenir indiscernables. N'est-ce pas l'un des paradigmes de l'art que de transcender la réalité en une ouvre nouvelle et originale ? La force de l'ouvre de Wim Delvoye réside incontestablement dans cette capacité d'absorption et de mutation latente.

Wim Delvoye, Galerías Emmanuel Perrotin y Sperone Westwater